Un alto en la ruta

International Film Festival Rotterdam. Varias locaciones / Rotterdam, febrero 2009


La visita de Chiquilín, entrañable connacional ahora instalado en los Mandriles y sufriendo, como el que escribe, las consecuencias de la crisis y el desempleo, me terminó de animar a probar un poco más de la última edición del Festival de Cine de Rotterdam. El año anterior solo me animé a ver una película, y esta vez, luego de guiarme por directores conocidos, críticas positivas, temáticas interesantes y después de cuadrar horarios, me terminé decantando por 6. Aquí los resultados:

Wendy and Lucy (Kelly Reichardt): Con todavía el buen sabor que me dejó "Old joy", no dudé en marcar como prioritaria la nueva obra de esta directora y guionista. Y no me defraudó. Michelle Williams, convertida ahora en musa de varios directores independientes, interpreta a una joven que va lentamente hacia Alaska, con la única compañía de su perra Lucy. Mínima, con pocos diálogos y con mucho sentimiento.



Tiro en la cabeza (Jaime Rosales): Descubrimos a este cineasta a través de la muy lograda "La Soledad", en donde se narran las vidas y desgracias de una familia y su entorno en el Madrid actual y (sospechamos) sus cercanías rurales. Rosales utiliza muchas veces la pantalla partida en 2, con 2 perspectivas distintas de la misma toma. Asímismo, cuando la escena ocurre en exteriores, se nos hace difícil seguir las conversaciones, siendo apagadas por el ruido de la calle. Esto me llevó incluso a pensar que tal vez la copia que me había bajado traía el audio fallado. En esta última película, Rosales lleva esta premisa aún más lejos. No existe un solo diálogo en todo el largo, todo se limita al ruido ambiental. O, más bien, no es que no exista, ya que no es que los personajes no hablen, si no que nunca los podemos oir, siempre situados a distancia, a través de vidrios, o detrás del tráfico de una avenida. Y esto, por lo menos a mi, se me hizo frustrante. El hecho que hayan allí diálogos, por más superfluos que estos sean y no poder oirlos, produjo que la trama por momentos me sea muy difícil de seguir. Por cierto, la historia va de un etarra y su día a día. Y sí, parece que causó controversia y cosas similares cuando se estrenó en España.

Parque Vía (Enrique Rivero): Beto es un cuidador de una casona de los 70 que no se vende por años. Se la pasa metido y viviendo una vida rutinaria, solo interrumpida con la visita de algún potencial comprador o de la dueña. Se ha acostumbrado a su vida en solitario y le teme al cambio. Nolberto Coria se interpreta a sí mismo, en la misma casa que el cuida durante una infinidad de años, como después nos lo confirmaría el novel director mexicano. La ficción y la realidad, así, se trastocan. Un debut con nota.

Liverpool (Lisandro Alonso): ¿Por qué Reichardt sí y Alonso no? Sobre el papel son ambas películas contemplativas, de un solo personaje, en una ruta de reecuentro o de escape. Aquí la gracia la tiene casi toda Ushuaia y su nieve infinita. La vaina está en que se dejan muchos cabos sueltos y se hacen énfasis innecesarios en tomas o conversaciones que a veces no tienen nada que hacer con la trama. Y terminamos como si no hubiese pasado nada. Al final, nos topamos a la salida de frente con el realizador argentino, quien se aprestaba a responder a las preguntas del público. El director se dirigió a un señor mayor que iba delante de mi:

- So, did you fall asleep?
- what? No! (respondió el señor indignado)
- Why not?

Más preciso no se puede ser.

La mujer sin cabeza (Lucrecia Martel): Y un poco el mismo rumbo sigue la última de la argentina Martel. De la cual pude ver hace un par de años, con beneplácito "La niña santa" y con algo de decepción, la aclamada "La ciénaga". En este caso, asistimos a la pérdida de memoria momentánea de una mujer de clase alta en la Salta (norte de Argentina) actual, luego de un aparentemente inofensivo accidente automovilístico. Y tampoco pasa nada.


24 city (Jia Zhang-ke): Lo mejor. El realizador de la ya comentada "Naturaleza muerta" (o "Still life") nos trae en formato documental (aunque no siempre lo sea) a una fábrica que viviera su cumbre en años de gloria de la China socialista, en la ciudad de Chengdu. Una fábrica que crece en tal medida que se convierte en una ciudad en sí misma, para los trabajadores y sus familias que la hacen funcionar. Esto nos llega a través de relatos de la gente que vivió de la misma, así como las más recientes generaciones, beneficiadas ahora del "progreso actual" y sus consecuencias. La otrora portentosa fábrica la van a demoler y van a crear un complejo de torres de viviendas de alto lujo. Una pieza de historia tratada con mucho esmero.





  1. Comment by Laura on Jul 10, 2022, 9:22:00 AM  

    Great postt thankyou