Cuidado con el monstruo

THE HOST / Dir. Joon-Hoo Bong (2006) Corea del Sur

Tendría unos 8 añitos cuando mi padre nos llevó a mi y a mi primo a ver Tiburón 2 (1978), la secuela, no tan buena dicen, de aquella película del ahora todopoderoso Spielberg, que marcara un antes y un después en el cine fantástico y/o de horror. Aquella vez las imágenes fueron tan chocantes para nuestra escasa edad que mi primo y yo salimos llorando de la sala. Aún tengo en la mente la toma del tipo aquel colgado de un helicóptero y el tiburón dando el salto para moderle y extraerle la mitad del cuerpo. No culpo a mi padre, fuimos nosotros quienes insistimos pesadamente en verla.

La película coreana que esta vez nos ocupa no solo ha sido comparada con la primera Tiburón, sino también con la primera Alien, el octavo pasajero, lo cual ya es hablar de palabras mayores. Pero no han sido esas similitudes las que me empujaron a verla. Mi primera impresión fue la misma que muchos de ustedes al ver la promoción y el trailer, la sensación de estar ante una de esas tantas películas de horror al uso, en la gama de las japonesas tipo The Ring y los remakes hollywoodenses de las mismas, que ahora abundan y abarrotan las taquillas. Fue el ver la letra pequeña de la autoría de la misma la que me convenció. El tener a Joon-Hoo Bong al frente es definitivamente una garantía, sobre todo después de la estupenda Memories of Murder (2005). Tal vez lo más rescatable de la labor de este director coreano es que dota al film de género de elementos únicos de lo que tiene a su alrededor, sacándose de encima el encasillamiento que tal incursión podría conllevar. Tal es así que su anterior película se enmarca claramente en un thriller, pero se nutre de la dura realidad de la Corea rural, así como de la prepotencia policial, que linda con lo ridículo, en la persecución de un asesino en serie.

Aquí la historia va por el estilo. El problema no es tanto el voraz monstruo, producto de la negligencia científica, sino el virus que el bicho parece traer dentro ¿Y quién aparece para salvar a los pobres coreanos de tal fatalidad? Pues nada menos que los Estados Unidos de Norteamérica, los autoproclamados salvadores de la humanidad y, Oh coincidencias! Los mismos responsables de los desechos radiactivos creadores del infortunio ¿Algún paralelismo aquí? En el medio del meollo está la impetuosa familia Park, con el inigualable Kang-Ho Song al frente, quien repite protagonismo y otorga a su personaje, dentro de toda su torpeza, una cuota de humor impagable, humor negro que brota por todos los rincones del largometraje. Ya lo dice el propio Joon-Ho, que es como cuando vio por la tele el desplome de una cadena de grandes almacenes en Seúl y, al poco tiempo, las oleadas de gente que se aprovechó de las circunstancias para meterse a saquear todo lo que pudo. Lo cómico dentro de la tragedia. Una obra de teatro de lo absurdo. Mejor no puede estar dicho.

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